top of page
SP

ArCas Health & Wellbeing

ME
NU

Del Sufrimiento y el Dolor se crece. “...de eso soy testigo.”


Hoy te quiero contar una historia...Una historia de amor y valentía. Una historia de la vida real que tiene mucho que enseñarnos acerca de la resiliencia y la capacidad de prosperar aún en las más difíciles circunstancias.



Nada es bueno, nada es malo.


Photo courtesy of Dr. María Sang Chang, MD

Esta es la historia de una pequeña niña que nació en un pueblito de la China, un año después del fin de la Segunda Guerra Mundial. Desde 1927 el país estuvo inmerso en una guerra civil que duraría aproximadamente 22 años y culminaría con el establecimiento del régimen comunista de Mao Zedong en 1949. Para este momento, La niña habría cumplido sus tres años de vida.


Su familia era una de terratenientes. Esto significaba que eran acaudalados y como todos sabemos, son justamente las personas que se convertían en objetivo del régimen. Y ellos no fueron la excepción. Fusilaron en la escuela del pueblo a todos los jefes de familia que no lograron escapar a tiempo. Todos. Frente a los hombres jóvenes, mujeres y niños, espectadores aterrados.


Y fue así que inició una historia de traumas físicos y emocionales: con el fusilamiento de su abuelo materno.


Su padre se fue de la China desde 1947, buscando abrir camino para la familia completa en América. Así que al morir su abuelo, de la familia nuclear quedaban su madre, su hermano mayor, su hermana mayor y la niña, muy pequeñita para entender nada.


Esta niña siguió amamantado hasta los 4 años, cuando fue separada de su madre porque ésta y su hermano mayor emigraron a América, con la promesa de reclamar a ambas niñas apenas les fuera posible. Otra separación traumática.

“a pesar de la pobreza que nos dejó el comunismo, regresar con ellas fue la época más feliz de mi niñez..."


Las niñas quedaron al cuidado de una tía y una abuela amorosas. Se sentían profundamente amadas y muy bien cuidadas. Sin embargo, ya no vivían en la casona familiar. Desde la llegada de los comunistas debían vivir en el granero de la familia. Durmiendo sobre pajas y pasando hambres. Entre las torturas de las que eran objeto y la escasez de alimentos, las cuidadoras decidieron mandarlas a vivir con un familiar lejano, quien por ser un campesino pobre no era objeto de persecución y torturas. Y una vez más, otra separación traumática a la lista de esta pequeña niña.


Photo by Kenneth Schipper Vera on Unsplash

Bajo la tutela de esta nueva familia, las niñas debían trabajar para ganarse el techo y la escasa comida que les daban. La niña mayor picaba verduras para alimentar a los cerdos y la menor recogía excrementos de los animales para dejarlos secar al sol y producir estiércol. Nadie se ocupaba de sus cuidados físicos y andaban sucias y llenas de granos purulentos que supuraban.



La niña de esta historia desarrolló muchas destrezas para sobrevivir: visitaba a las señoras que se reunían a jugar Mahjong y le regalaban cacahuates. Se robaba las jugosas frutas de las tierras ajenas, saltaba los muros para comer tomates rojos y jugosos y recogía caracolitos del mar para cocinarlos y comerlos. Con el confitero del pueblo, intercambiaba trozos de hierro que buscaba por los alrededores, por un puñado de caramelos. Además, descubrió que si trabajaba de plañidera y lloraba en los velorios y entierros, recibía como pago por sus servicios deliciosos platillos...¡Chinos! Llorar le venía natural, al fin y al cabo, motivos le sobraban.


Llegó a oídos de la tía y abuela que las niñas estaban descuidadas y mal nutridas, motivo por el cual las reclamaron. La niña menor, hoy día una adulta de 74 años recuerda que “a pesar de la pobreza que nos dejó el comunismo, regresar con ellas fue la época más feliz de mi niñez. Tenía el amor, los cuidados y la protección de ellas”.


Y llega el momento de reunirse con su familia nuclear. Esta vez les toca viajar a América. Momento agridulce, representa dejar a las amadas tía y abuela.


Otra despedida, otra separación.


En América las cosas son difíciles para todos. Nuevo idioma, muchísimo trabajo en el restaurant de la familia y al ser mano de obra para sus padres, el tema de los estudios se convierte en un problema. Conocen a una figura que se convertiría en alguien muy importante para el resto de sus días: su Amada Maestra.


Para que ambas pudieran educarse formalmente sin dejar de ayudar en el

restaurant, la maestra accedió a turnar la enseñanza de las niñas. Cada tercer día enseñaba a una y el resto de la semana a la otra. Pero más que su maestra, se convirtió en una figura materna estable, estructurada y llena de cuidados. Esta relación y los estudios resultaron un oasis

Photo courtesy of Dr. María Sang Chang, MD

en el desierto emocional que era la vida en familia. Con las mujeres, por ser inferiores, los padres eran negligentes y las diferencias con los hombres de la casa eran tan evidentes e injustas que la niña, para este momento una adolescente, peleaba sus peleas y las de su hermana mayor contra ellos.



Y llegó el momento de la siguiente separación. Un día, cuando el pleito fue insorportable, su padre las depositó en un internado de monjas para que estudiaran la secundaria. Pagó sus estudios por adelantado. Y cuando volvió por ellas, no quisieron regresar con la familia.



Del sufrimiento y el dolor se crece...



Eran buenas chicas, hacendosas y estudiosas. Fueron muy queridas por las monjitas que dirigían la escuela. Allí hicieron lazos de amistad que al día de hoy perduran. Allí conocieron a su amiga del alma, quien les “prestó” a su familia para que fuera la suya y quien les dió alojamiento y amor. Hoy día, los nietos de la niña, hoy abuela, consideran que la amiga es su tía abuela, no se cuestionan cómo es que esa tía es por parte de su abuela china y sin embargo no tiene ojos rasgados y es morena. Aún no saben que es la tía por elección, una elección de amor.


Y así la vida se fue desenvolviendo y la niña estudió en el extranjero para convertirse en una médica. Se casó y divorció. Desde entonces se embarcó en una constante búsqueda terapéutica para trabajar y elaborar sus traumas. Búsqueda que no siempre fue fácil, muchas veces dolorosa, pero siempre fructífera.


Sacó adelante sola a dos maravillosos seres humanos profundamente amorosos y compasivos quienes se convirtieron en exitosos profesionales, cada uno en su rama y sobretodo, escogieron dos excepcionales seres humanos con quienes están en la tarea de hacer familias sanas, llenas de amor y cuidados.


Photo courtesy of Dr. María Sang Chang, MD

La niña, ahora médica se especializó en Psiquiatría y suele comentar con humor y un dejo de satisfacción que antes se dedicó a recoger mierda para abonar los campos y hoy día sigue recogiendo la mierda de sus pacientes para transformarla en abono para sus vidas...Porque del sufrimiento y el dolor se crece...De eso es ella testigo.



Definitivamente, de las cosas que suceden en nuestras vidas, nada es bueno, nada es malo. Depende de la perspectiva...Está en cada uno de nosotros la tarea de trabajar para superar las dificultades y encontrar sentido a lo vivido.


 
 
 

Comments


bottom of page